De Star Trek tenían que ser.
El espacio interestelar es un espacio vacío. Por cada centímetro cúbico de espacio hay menos de dos átomos de hidrógeno, en promedio, practicamente nada si lo comparamos a los 30 trillones de átomos de aire que hay en la Tierra. Pero según William Edelstein de la Universidad Johns Hopkins University School of Medicine en Baltimore, Maryland, el gas interestelar tremendamente disperso debería preocupar a la tripulación de la nave si viajase cerca de la velocidad de la luz.
El viaje a la velocidad de la luz aparte de otras imposibilidades físicas, llevaría aparejada una brutal radiación, y una energía equivalente a meterse dentro del chorro de partículas del acelerador LHC. Las altas velocidades matarían al instante a cualquier tripulación
El espacio interestelar es un espacio vacío. Por cada centímetro cúbico de espacio hay menos de dos átomos de hidrógeno, en promedio, practicamente nada, si lo comparamos a los 30 trillones de átomos de aire que hay en la Tierra. Pero según William Edelstein de la Universidad Johns Hopkins University School of Medicine en Baltimore, Maryland, el gas interestelar tremendamente disperso debería preocupar a la tripulación de la nave si viajase cerca de la velocidad de la luz.
La relatividad especial describe cómo el espacio y el tiempo se distorsionan al viajar a diferentes velocidades. Para la tripulación de una nave que viaje hasta la velocidad de la luz, el espacio interestelar debería aparecer fuertemente comprimido, incrementando por tanto el número de átomos de hidrógeno que chocasen contra la nave.
Todavía peor, es el incremento de la energía cinética de los átomos. Una tripulación que realizase un viaje de 50.000 años-luz al centro de la Vía Láctea en 10 años, tendrían que viajar al 99.999998 % de la velocidad de la luz. A esas velocidades, los átomos de hidrógeno presentarían una brutal energía de 7 teraelectrón-voltios (la misma energía que alcanzan los protones en el acelerador LHC del CERN a máxima potencia. «Para la tripulación, sería como colocarse en frente de los haces de energía del LHC», afirma Edelstein.
El casco de la nave ofrecería poca protección. Edelstein calcula que una capa de 10 cm de aluminio absorbería menos del 1% de la energía. Puesto que los átomos de hidrógeno tienen un protón en cada núcleo, esto dejaría expuesta a la tripulación a la peligrosa radiación ionizante que rompe los enlaces químicos y daña el ADN. «Los átomos de hidrógeno son minas espaciales que es imposible evitar», añade Edelstein.
Las medida fatal de radiación para un ser humano es de 6 sieverts. Los cálculos de Edelstein muestran que la tripulación recibiría una intensa radiación que debilitaría la estructura de la nave y dañaría sus instrumentos electrónicos.
Edelstien especula que esta podría ser la única razón por la cual ninguna civilización extraterrestre no nos ha visitado hasta ahora. Incluso si los extraterrestres hubiesen fabricado un cohete que pueda viajar a la velocidad de la luz, habrían resultado muertos dentro de una débil nave cuyos sistemas de navegación habrían sido cortocircuitados.
Edelstein presentó sus resultados el sábado pasado en la reunión de la Sociedad Americana de Física en Washington DC.
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