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La traición de George Lucas

Los fans le hicieron rico y convirtieron Star wars en una religión. A cambio, el cineasta les devolvió una cuestionable revisión digitalizada. El documental The people versus George Lucas analiza por qué se torció el idilio entre creador y público.

Hace no mucho tiempo, en una galaxia cercana, un joven idealista plantó cara a la industria con una peliculita de aventuras espaciales que cambió el rumbo de la historia. Imbuido por el chamanismo de Carlos Castaneda, la mitología comparada de Joseph

Campbell y la ciencia-ficción televisiva de Buck Rogers y Flash Gordon, George Lucas parió La guerra de las galaxias. Cualquier parecido con su realidad no es mera coincidencia. En esta alegoría, él se atribuyó el papel de Luke Skywalker y se inspiró en su amigo Francis Ford Coppola para el de Han Solo. Juntos lucharon contra el imperio (Hollywood) y el emperador (Nixon).

Pero con el éxito llegó la corrupción. «No puedo negar que al entrar a formar parte del sistema me sentí como Darth Vader cuando se pasó al lado oscuro». Esta declaración de Lucas en una entrevista televisiva es una de las muchas pistas para comprender la demonización de su figura que plantea el documental The people versus George Lucas, presentado la semana pasada en el Festival de Cine de Sitges.

Lucas contra su legado cultural

En 1988, el cineasta declaró en el Congreso contra Ted Turner por querer colorear las películas en blanco y negro. «No debería permitirse la reescritura de nuestra historia cultural», adujo. Al año siguiente, Star wars se convertía en una de las 25 primeras películas en ingresar en el National Film Registry de la biblioteca del Congreso, un registro de películas «cultural o históricamente significativas».

La memoria no perdona. En 1997, Lucas relanzó la trilogía original remasterizada. «La cuestión es que sumó a los retoques digitales retoques formales y narrativos. Y aquí empezó el mosqueo de los fans», cuenta Alexandre O. Philippe, director de The people versus George Lucas. «Desde una perspectiva legal, no hay duda de que Star wars pertenece enteramente a su creador. Pero en el momento en que se adopta como un bien cultural, se abre el debate: ¿significa que pertenece también al pueblo? Fue entonces cuando la relación de Lucas con los fans se volvió disfuncional».

¡Han Solo disparó primero!

Entre los cambios más mosqueantes, el encuentro mortal entre Han Solo y el cazarrecompensas Greedy en la cantina espacial. En el original, Han Solo le disparaba a sangre fría; en la reedición, Greedy abría fuego antes. «Esa es la parte que no nos contaron cuando hablaron de restaurar sus efectos especiales: que también traicionaría el espíritu de algunos personajes, que iba a restar riesgo y brutalidad para convertir Star wars en un universo más seguro donde no quedaba espacio para que el espectador diferenciara por sí mismo entre el bien y el mal», reflexiona Chris Gore, fundador de la web Film Threat.

La campaña «Han Solo shot first» se convirtió en uno de los primeros hits virales, saltando de las camisetas a los fan films (películas hechas por fans) mofándose del asunto o, sencillamente, expresando su cabreo. Una vez más, se ponía de relevancia la figura de Lucas como generador (voluntario o no) de fenómenos culturales.

La anécdota no lograba ensombrecer la auténtica polémica: la declaración expresa de no volver a lanzar nunca la trilogía tal y como se vio en su estreno en cines originalmente. «Su excusa para no hacerlo ha ido cambiando», recapitula Philippe. «Ha dicho que el negativo original se había perdido con el nuevo montaje, algo difícil de creer, o que cuesta demasiado dinero restaurar las películas, un argumento que no podemos aceptar de alguien que ha construido un imperio de 25.000 millones de dólares a costa de la devoción popular».

Tan solo una fracción de ese imperio proviene de las cintas. La mayoría se debe al merchandising. «En el documental», prosigue Philippe, «resulta revelador verle declarar en una entrevista de 1971: ‘Me gusta pensar en mí como en un fabricante de juguetes que hace películas’. ¡Ya dijo eso seis años antes de estrenar Star wars!».

¡Aparta ese ridículo bicho!

Si los fans necesitaban una diana para su furia, Lucas se la brindó con la precuela. El entusiasmo ante La amenaza fantasma (1999) se desinflaba cuando aparecía en pantalla Jar Jar Binks, un híbrido entre Ronaldinho y un C3PO de la era hip-hop. «Se suponía que la intención era conquistar a los niños que los padres querían sumar a la congregación», dice Philippe.

El empeño por erradicarlo de la galaxia dio lugar a otro fenómeno, los fan edits (montajes de fans). La cuestión es: ¿resulta lícito borrarlo? Según declara Neil Gaiman (autor de Sandman) en el documental, «los fan edits son una respuesta legítima al arte, pero nadie tiene derecho a llamar a mi puerta y decir: ‘No me gusta ese personaje, sácalo de tu libro». Henry Jenkins, profesor de comunicación, va más allá: «Nos

dirigimos a una cultura cada vez más participativa. ¿Cómo va a afrontar eso George Lucas? En los últimos 30 años, por ejemplo, Alicia en el país de las maravillas ha tenido infinitas recreaciones que han contribuido a expandir su universo. En el caso de Star wars da la sensación de que tendremos que arrebatárselo en su lecho de muerte».

Que la fuerza del 3D te acompañe

Sin embargo, el universo Star wars no deja de expandirse. Coincidiendo con la celebración por el 30º aniversario de El imperio contraataca, Lucas acaba de anunciar que a partir de 2012 veremos la saga completa (empezando por el Episodio I: La amenaza fantasma) en 3D en los cines. Y en 2011 saldrá un nuevo cofre en Blu-ray (sin el metraje original, claro). David Brin, autor del libro Star wars on trial, recuerda: «Este tipo de decisiones trae a la memoria una entrevista del New York Times donde Lucas expresaba su desprecio por la civilización democrática y su preferencia por la autocracia, algo que ha quedado bien claro en las cuatro últimas películas (sí, incluida El retorno del Jedi). Esta opinión es respetable en cualquier persona, si no fuera porque resulta ofensiva y desagradecida hacia esa civilización. La misma que ha sido tremendamente generosa con él». «Seguiremos dándole nuestro dinero», concluye Philippe. «Los mismos que tanto le critican se postrarían a sus pies».