‘La vida de Brian’ ha pasado a la historia como una de las más brillantes y disparatadas comedias del cine, como uno de los máximos exponentes del humor británico (por tanto, del humor inteligente) y, por supuesto, como la obra cumbre de los Monty Python, pero pocos recuerdan que hace 32 años, su estreno generó una oleada de protestas entre los sectores ultraconservadores de todo el mundo, que la consideraron «blasfema». Irlanda y Noruega llegaron a prohibir su estreno (en Suecia promocionaron el filme con el eslogan «Tan divertida que la han prohibido en Noruega») y los líderes de la iglesia de Reino Unido y Estados Unidos clamaron contra una película que, decían, se mofaba del sufrimiento de Cristo.
Ahora la BBC anuncia que producirá una serie en la que se recordará el momento cumbre de aquella polémica religiosa, un debate en el programa ‘Friday Night… Saturday Morning’, también en la BBC, en el que dos de los protagonistas de ‘La vida de Brian’, John Cleese y Michael Palin, se enfrentaron dialécticamente al periodista católico Malcolm Muggeridge y al obispo de Southwark, Mervyn Stockwood.
Sin pretenderlo, el esperado debate de altura honró el tono surrealista de la película, sobre todo cuando Muggeridge y Stockwood, que no dejaron de atacar la cinta, reconocieron que habían llegado 15 minutos tarde a su proyección y por tanto, seguían creyendo que Brian era Jesucristo, cuando la película se sustenta precisamente en lo contrario, en las aventuras de un hombre normal y corriente, Brian, al que las multitudes confunden con Jesucristo.
Partiendo de esa premisa, la obra de los Monty Phyton se convierte desde el primer minuto en una sucesión de diálogos que tres décadas después, miles de personas, tanto en Reino Unido como en el resto del mundo, pueden repetir de memoria. Con solo decir «¡Disidentes!«, «Pijus Magníficus«, «¿Qué han hecho los romanos por nosotros?«, «No es el mesías, es un sinvergüenza» o «Lapidación«, a todos los devotos de ‘La Vida de Brian’ se les dibuja una sonrisa de felicidad en la cara.
Y más allá del debate religioso, la sociedad británica, y el resto del mundo, disfrutaron con una película maravillosa que, vista con ojos limpios, invita al espectador a luchar contra todos los fundamentalismos (políticos, religiosos y nacionalistas), a desarrollar la mayor de las cualidades, reírse de uno mismo, y sobre todo, a ver el lado bueno de la vida.
Via | Diario Sur