David Hasselhoff llega tarde. Le están planchando la camisa, se excusan desde la organización. El actor estadounidense, otrora Mitch Buchanan, jefe de Los vigilantes de la playa, está en Madrid para rodar un pequeño papel en Fuga de cerebros 2, de Carlos Therón. «¿Hago de David Hasselhoff o del padre del quarterback [jugador de fúbol americano] que se enamora de la protagonista?», le pregunta a Curro Velázquez, uno de los dos guionistas de la película. «Haces de padre», contesta Velázquez desde el otro lado de la sala del Palace donde se celebra la entrevista.
Resuelta la duda, Hasselhoff, perfectamente conjuntado, viste zapatos de terciopelo azul a juego con la chaqueta, se pone cómodo y muestra la camisa de la discordia, muy bien almidonada, tanto que el cuello casi le roza la mejilla. «Fuga de cerebros 2 acerca la cultura americana a la española y creyeron que yo era representante de esa cultura», dice en alusión a trabajos como El coche fantástico. «Me permite mantenerme fresco y en contacto con los jóvenes».
Antes de continuar con los avatares de la que será su primera película en España, busca algo en su iPhone. Acaba de cumplir 59 años y lo ha celebrado en Madrid. «He comido en Botín y he visitado la plaza Mayor». Una de sus ilusiones, cuenta, era que le retrataran en la plaza madrileña. «No puedo pasear con tranquilidad, así que mi novia y yo decidimos madrugar y encontramos a un pintor que nos dibujó», explica mostrando el resultado en el móvil: Hasselhoff, con una camiseta negra de tirantes, besa a su pareja con la plaza Mayor de fondo.
Ha visitado varias veces España. «Mis hijas estuvieron en Madrid el año pasado y me aconsejaron locales para salir», cuenta. «El miércoles me llevas a Pachá», le espeta a Velázquez. Ya saben, si se cruzan con David Hasselhoff por la capital, no están sufriendo un delirio propio de las noches tórridas del verano madrileño. Es él.