Han pasado más de 20 años desde que Tim Burton rescató a Batman de la oscuridad cinematográfica, y aún no ha conseguido nadie igualar el impacto causado por el Batmóvil de turbina usado en sus dos películas. Después llegarían las catástrofes kitsch de Batman Forever y Batman y Robin, pero ni su atracón de aletas y neones, ni la salvadora aparición del Tumbler por cortesía de un Christopher Nolan en eterno estado de gracia, han podido borrar la imagen del coche diseñado por Anton Furst de la memoria de los aficionados. Muchos de ellos han terminado por crear sus propios Batmóviles «de andar por casa» rescatando piezas de todo tipo y pelaje de los desguaces (por regla general con éxito puramente relativo), pero Casey Putsch no podía conformarse con una recreación aproximada del original.
Se da la circunstancia de que Casey es el dueño de Putsch Racing, una compañía especializada en la restauración de clásicos y coches de competición, así que cuando se propuso crear su propio Batmóvil, lo hizo con las cosas muy claras: en primer lugar, tenía que ser visualmente fiel al original; y en segundo, necesitaba conservar su motor de turbina. Vamos a dejarlo en que no le habría quedado mejor aunque hubiera pedido ayuda a Wayne Industries. Su Batmóvil posee el turboeje Boeing de un antiguo helicóptero militar no tripulado, del que obtiene 285 CV, y hasta el interior cuenta con lo último en tecnología de consumo, usando un iPad para mostrar la información de marcha y los datos de navegación. Lucius Fox no lo habría hecho mejor.
Si quieres revivir uno de los grandes sueños de nuestra infancia (y seguramente también de la tuya), tienes un vídeo del coche tras el salto. Te recomendamos de paso que subas el volumen.
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