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La Princesa Prometida y el sueño de Íñigo Montoya

Los que la hayan visto recordarán esta cita que resume el contenido de una de las películas más mágicas que un niño puede ver en su adolescencia. Un mundo onírico el rodado por Rob Reiner en 1987 y basado en el libro homónimo de 1973 escrito por William Goldman. Hablando con amigos se produjo hace poco una rara coincidencia, todos la habíamos visto de pequeños y todos la recordábamos perfectamente, incluyendo muchos de sus diálogos.

The Princess Bride va mucho más allá de un simple cuento, bajo ese manto sencillo de castillos, príncipes y princesas se esconde una película única en su concepto de filme de aventuras. Nos habla sobre todo de la libertad, contada a través del absurdo y el surrealismo de los personajes, de un guión y una narrativa única de la que muy probablemente se haya copiado con el paso del tiempo en otros trabajos. Si tenemos en cuenta el mismo, el paso del tiempo, tan propicio para desmitificar una obra de este género, The Princess Bride no sólo permanece imperecedera como obra de culto, sino que recuerda que por encima de la grandilocuencia de los estudios se encuentra el poder de la imaginación para sorprender al espectador, pocas veces una película tan simple en su concepto dio para tanto.

El próximo año se cumplirán 25 años de su estreno. Más de dos décadas donde tanto espectador como prensa le han dado la categoría que se merece a esta obra maestra maltratada en sus inicios. Los actores, el director, el guión, los escenarios y la magnífica banda sonora de Mark Knopfler que nos acompañaba por el mundo de Florín dan fe de una asombrosa película que os invito a que veáis a aquellos que no hayan podido. La cinta daba comienzo con la siguiente sinopsis:

Después de buscar fortuna durante cinco años, Westley retorna a su tierra para casarse con su amada Buttercup, a la que había jurado amor eterno. Sin embargo, para recuperarla habrá de enfrentarse a Vizzini y sus esbirros. Una vez derrotados éstos, tendrá que superar el peor de los obstáculos: el príncipe Humperdinck pretende desposar a la desdichada Buttercup, pese a que ella no lo ama, ya que sigue enamorada de Westley.

Via | Alt1040