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«Polanski ha sido perseguido por un exceso idiota de celo»

Palabras de Christoph Waltz. Tras ganar el Oscar con ‘Malditos bastardos’, protagoniza ‘Un dios salvaje’, adaptación de una tragicomedia de Yasmina Reza con Kate Winslet, Jodie Foster y John C. Reilly

Christoph Waltz (Viena, 1956) es otra de las víctimas del efecto Tarantino, capaz de insuflar vida a carreras decadentes (John Travolta) o de poner en el mapa a semidesconocidos, como el propio Waltz, que ganó el Oscar y el Globo de Oro por su extraordinario trabajo en Malditos bastardos (2009). El actor vuelve ahora a la carga con Un dios salvaje, que se estrena hoy, adaptación de Roman Polanski de un libreto de Yasmina Reza. Una comedia negra sobre dos parejas de la burguesía neoyorquina que tratan de arreglar por las buenas una pelea escolar entre sus hijos pequeños. No lo conseguirán. El filme narra la guerra de nervios entre dos matrimonios: Jodie Foster (una escritora y rígida activista) y John C. Reilly (campechano vendedor de artículos domésticos) contra Kate Winslet (broker y ama de casa estresada) y Christoph Waltz, que borda su papel de abogado de malas pulgas, en otra muestra de su capacidad para pasar de persona extremadamente razonable a psicópata peligroso sin aparente esfuerzo.

¿Dónde había estado usted escondido hasta que le llamó Tarantino?

«La película no tiene nada que ver con el arresto domiciliario de Polanski»

¿De verdad lo quiere saber? Estas cosas pasan. He sido actor durante tres cuartas partes de mi vida. Es el destino de los actores. Los pintores crecen como artistas encerrados en su estudio, los actores no necesitamos a los demás para desarrollarnos. Tienen que querer trabajar contigo. Gente como Tarantino o Polanski que ven en ti algo que no vieron otros antes.

Los cuatro actores ensayaron dos semanas antes de rodar. ¿Cómo fue el proceso?

Al principio siempre estás un poco nervioso, algo de lo que no hay que avergonzarse. Pero todos somos actores veteranos. Sabíamos lo que había que hacer y lo que se esperaba de nosotros.

«Todos hemos vista la obra de teatro y sabemos que no hay grandes diferencias»

¿Qué opina de la obra de teatro original?

Vi una representación hace tiempo. Reza es una excepción a la norma: no hay suficientes comedias que reflejen nuestras vidas. Hoy día hay grandes dramaturgos, como David Mamet, pero casi todos escriben textos muy serios y atormentados. Eso es fabuloso, pero, ¿dónde está la comedia? Y cuando vemos comedias suelen ser un poco tontas, una pérdida de tiempo. Una comedia auténtica es aquella que trata de temas serios de los que te puedes reír. Puede que mi visión se deba a que soy austriaco. Johann Nestroy, uno de los mejores dramaturgos de todos los tiempos, era vienés. Escribió una comedia detrás de otra. Compulsivamente, más incluso que Shakespeare. Era una superestrella a mitad del siglo XIX. No podía salir a la calle. La gente le paraba todo el rato. Eso cuando no había ni televisión ni artículos de cotilleos. Reza es una de las pocas escritoras que practica hoy día el tipo de teatro de Nestroy.

¿Le habló Polanski sobre su arresto domiciliario?

«Cuando uno dice que se ha convertido en su personaje, o miente o está loco»

Charlé con él cuando todavía estaba detenido.

¿Influyó su encierro en el modo en que planteó un filme que transcurre en una habitación de la que nadie parece ser capaz de salir?

No. No tiene nada que ver una cosa con la otra.

Pero los personajes están en una situación claustrofóbica

No, no hay claustrofobia alguna. Los personajes no están encerrados. Pueden salir y entrar de la habitación cuando quieran. Están atrapados de algún modo, pero no privados de su libertad o retenidos a su pesar. La obra transcurre en una habitación. Si Polanski no hubiera estado bajo arresto domiciliario la película también transcurriría en una habitación, no en medio de las montañas o en un campo de fútbol. No veo la relación en absoluto. Para nada. ¿Ha visto usted la obra? Es igual que la película. Lo que quiere decir es que este filme no tiene nada que ver con el hecho de que Polanski fuera perseguido por un exceso idiota de celo. Todos hemos visto la obra de teatro y sabemos que no hay grandes diferencias. Me incomodan un poco estas preguntas porque no quiero responder por Polanski.

¿Le gustó la manera de trabajar de Polanski?

«Todos hemos vista la obra de teatro y sabemos que no hay grandes diferencias»

Los directores trabajan de modos diferentes. Me gusta estar a las órdenes de aquellos que, como Polanski, no emplean los trucos psicológicos característicos de los años sesenta. «Aquí está la escena, esto es lo que quiero que hagáis», y punto. Todo lo demás es secundario. Cosas como sumergirte psicológicamente en tu personaje dentro de una dinámica de grupo. Conozco incluso un director que hace sesiones de meditación con los actores…

¿Cuál es su método para no confundir la persona con el personaje?

No estoy loco, ese es mi método. Sé que hay actores que no compartirían mi discurso, pero cuando uno dice que se ha convertido en su personaje sólo hay dos explicaciones: o está chalado o está mintiendo. ¿Cómo se supone que uno se puede llegar a convertir en otra persona? Si es usted actor y le ocurre algo así, no se preocupe: tiene cura. Si crees que te has transformado en otro, puedes ir a un centro especializado y que te receten las pastillas adecuadas. Durante el rodaje de esta película ni me he convertido en un abogado agresivo ni me he acabado casando con Kate Winslet.

«Cuando uno dice que se ha convertido en su personaje o miente o está loco»

¿No aprende nada de sus personajes?

Sí, eso es inevitable. No hay otra opción que usar algo del personaje. Pero no me gusta el enfoque del método [Stanislavski], que fue muy importante en los años cuarenta y cincuenta porque cambió el modo de interpretar, aunque ahora esté pasado de moda. La vida evoluciona. Si lo miras de un modo objetivo, esas películas se ven ahora como algo coyuntural, muy de la época. Hace poco vi El rostro impenetrable (1961), el epítome del método, protagonizada y dirigida por Marlon Brando. No hace otra cosa que moverse de un sitio a otro mostrando su culo bonito y lo sexy que era [risas]. Ya hemos tenido más que suficiente con el método.

¿En qué actores se inspiró cuando empezó?

«Hollywood no es más que un cartel en mitad de las colinas»

Robert de Niro, por supuesto. También Robert Duvall. Orson Welles (hasta cierto punto), Charles Laughton, Cary Grant… y Bette Davis. Y muchos alemanes, claro.

¿Es Hollywood como esperaba?

No era como esperaba. Tengo que admitir, pero no se lo diga a nadie, que al inicio de mi carrera, cuando tenía 18 o 19 años, aspiraba a hacerme un sitio en Hollywood. Pero luego, cuando actuar se convirtió en mi profesión, me olvidé de ello. Hollywood no es más que un cartel en mitad de las colinas. Hollywood es como hablar del tiempo.

«Es falso que en Hollywood sólo se haga cine comercial de mierda»

Hay quien piensa que Hollywood es un demonio que anula la creatividad a favor de la comercialidad.

Sí, el discurso de yo soy un genio y Hollywood sólo me quiere para hacer mierda comercial. No es cierto. En Holly-wood se hacen muchos tipos diferentes de películas.

Usted es de Viena y tiene un vago parecido con Sigmund Freud. Se rumoreó que David Cronenberg pensó en usted para interpretar al padre del psicoanálisis en Un método peligroso’, pero era usted demasiado caro. ¿Es cierto?

No, no lo es. Discúlpeme: si pudieron permitirse contratar a Viggo Mortensen [que finalmente interpretó a Freud en el filme] ¿cómo no iban a poder pagarme a mí? [risas] Tardaron mucho en confirmarme para el papel y entre medias acepté otro trabajo, eso es todo.