Pocas veces un ‘no’ ha salido tan caro. Sean Connery dejó de ganar 450 millones de dólares al rechazar el papel de Gandalf en la trilogía de El Señor de los Anillos.
A pesar del caracter universal de la obra de J.R.R. Tolkien, lo cierto es que Warner Bros. asumió varios riesgos a la hora de lanzarse a producir El Hobbit, y algunos de ellos bastante notables. El estudio accedió a que todas las película se rodaran como una sola y dio luz verde a un mastodóntico y muy costoso rodaje en Nueva Zelanda. Y todo ello comandado por un director relativamente desconocido como es el caso de Peter Jackson.
Para proteger su importante inversión, Warner Bros quería una rutilante estrella dentro de un reparto plagado de nombres conocidos, pero no de primera fila. Para ello contactó con Sean Connery, a quien le ofreció meterse en la piel de Gandalf.
Según informa Celebrity NetWorth, la oferta de la productora al actor escocés era de un salario de 10 millones de dólares y un porcentaje de la taquilla. Concretamente, de haber aceptado el papel Connery hubiera percibido un 15% de las ganancias en taquilla.
La trilogía se embolsó 2.900 millones de dólares en todo el mundo, por lo que su 15% hubiera ascendido a 435 millones de dólares. Sumados a los 10 millones fijos de su sueldo, encarnar al mago gris le hubiera reportado unas ganancias totales de 445 millones de dólares.
Después de leer los guiones y todos los libros, finalmente Connery decidió rechazar la oferta. Su razón era que él no entendía nada de lo que leía y finalmente el papel fue a parar a manos de Sir Ian MacKellen… por mucho menos dinero.
Además de rechazar la oferta, Connery hizo otra elección por aquellos días: protagonizar ‘La Liga de los Hombres Extradordinarios’, que, a la postre, se convertiría en su última película. Y es que, tras rodar la cinta fantástica, un fiasco de crítica y público, decidió retirarse.