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Ocho cortos de ciencia ficción que te dejaran con ganas de más

Cazadores de monstruos gigantescos, búsqueda de empleo y becas a través del tiempo, personas capaces de construir sistemas solares con la mente, mecanismos de teletransporte abandonados en un callejón, chatroulette para cosmonautas y la historia de zombis más emotiva del cine reciente. Ocho cortometrajes de ciencia ficción.

Saltar de cabeza a la ciencia ficción a veces no requiere de un par de horas de metraje y un guión enrevesado sino de maña con los recursos que cada uno tiene a mano y ganas de empacarlo todo con el mejor aspecto. Y en ocasiones ni siquiera hace falta mucho más que un ordenador portátil o unos cuantos teléfonos para cubrir el atrezo. A continuación, ocho cortometrajes destacables que exprimen el género.

The leviatan

Ruairi Robinson se monta una proof of concept espectacular, o lo que es lo mismo: una forma muy vistosa de vender una idea a las grandes productoras
que funciona como pequeño tráiler de lo que es capaz de hacer el equipo. La empresa acaba convirtiéndose en un cortometraje de tres minutos y medio espectaculares en los que un grupo de humanos intentan dar caza a un monstruo gigantesco. El objetivo funciona sobradamente, la FOX ya se ha lanzado a adquirir el producto.

Ambition

Un par de personajes capaces de crear sistemas solares con su mente debaten en el futuro sobre las consecuencias que ha tenido lanzar la sonda espacial Rosetta en el pasado. Una pieza de soberbios efectos especiales dirigida por Tomek Bagiński en colaboración con la European Space Agency.

Russian roulette

El punto de partida de Russian roulette es fantástico: una chica que se siente sola intenta localizar a alguien con quien hablar en una web al estilo Chatroulette y el programa acaba emparejándola con un cosmonauta que se ha conectado al chat anónimo con la esperanza de ver tetas. Lo que probablemente lo acerca más a la ciencia ficción es que alguien pueda cruzar más de tres palabras en Chatroulette con otra persona sin que aparezca un pene de por medio.

The device

Un extraño mecanismo abandonado en un callejón detona una simpática aventura de tres minutos y medio, que ni siquiera necesita de diálogos para hacerse entender, centrados en la teletransportación y desembocando en un final cabroncete.

The gate

The gate lo hace casi todo bien: muestra un futuro donde extrañas criaturas amenazan a la población ofreciendo un diseño fabuloso de bestias y con una puesta en escena que aprovecha bastante bien los recursos, a pesar de que el cgi cante un poco en ocasiones. Hasta que al final la ficción se convierte, gracias a un par de textos en pantalla que no pegan en absoluto, en una especie de anuncio de farmacéuticas que recuerda lo ilegal del mercado negro. Pero basta con ignorar ese patinazo que nos saca de la historia y quedarse con lo perturbador de los bichejos que corretean con cara de estar muy jodidos de lo suyo.

85.12.30

Manuel Bartual se monta una película de viajes temporales y sus consecuencias en menos de cuatro minutos utilizando como recurso únicamente tres teléfonos que se comunican entre sí a través de las épocas. Y nos ofrece una idea maravillosa: la de que la crisis logre que en algún momento lo de buscar trabajo no implique tan solo emigrar de localidad, sino también de época temporal.

The gift

Phillips promocionó un experimento promocional curioso en 2010 llamado Parallel lines. La idea era financiar a cinco directores diferentes para que crearan cinco producciones cinematográficas (de menos de tres minutos) con la norma añadida de incluir seis líneas de diálogo prefijadas: ‘What is that?’, ‘It’s a unicorn’, ‘Never seen one up close before’, ‘Beautiful’, ‘Get away, get away’, ‘I’m Sorry’.El The gift es una de las piezas que surgieron como resultado de aquella iniciativa: el destino de una caja misteriosa, que parece condenar a su portador, en un mundo de urbes heladas y robots sirvientes protagonizando huidas trepidantes.

Cargo

La cultura popular probablemente ya tiene el tope de productos zombis cubierto para las próximas décadas gracias a la sobreexplotación de las historias de no muertos, sí. Pero lo que logra Cargo en siete minutos va más allá del apocalipsis zombi clásico, va de tocarle la patata al público e invocar el “se
me ha metido algo en el ojo”. Un padre se despierta en el coche, junto a su mujer convertida en zombi, con un mordisco en el brazo y el bebé de ambos en el asiento de atrás. Entonces trazará El Plan.