El 15 de enero en España se estrena la nueva película del director de ‘Pulp Fiction’. Sólo en Barcelona, en una sala, se proyectará en su formato original.
Ultra Panavision. Ese es el verdadero protagonista de Los Odiosos Ocho, la nueva película de Quentin Tarantino que se estrena en España el 15 de diciembre. La octava película del director de Pulp Fiction —un western ambientado en el siglo XIX, después de la guerra civil estadounidense— ha rescatado el celuloide de 70mm, un formato clásico de las grandes producciones de Hollywood.
Ben-Hur, Lo que el Viento se Llevó o 2001: Una Odisea en el Espacio tienen, todas ellas, un punto en común. Las cuatro se rodaron en 70mm, un formato que dobla el tamaño del celuloide convencional y que al espectador le entra por los ojos: gana en profundidad, ofrece panorámicas todavía mayores y una escala que no se obtiene en una película tradicional.
Pero ver Los Odiosos Ocho de la forma en que Tarantino la ha concebido es prácticamente imposible en España, e incluso complicado en Estados Unidos. Cada vez son menos las salas de cine que cuentan con la tecnología y el personal cualificado para proyectar estas películas y los costes de rodaje y producción se disparan frente al formato digital.
«El principal escollo es el coste de grabación, que es mucho más costoso: el material, las cámaras, la manipulación, el equipamiento. Se tira mucho metraje», explica Óscar Pérez, gerente de los cines Yelmo Ideal de Madrid y que también ha trabajado como proyeccionista.
El cine como acontecimiento
La cinta se ha estrenado en Estados Unidos durante el mes de diciembre y desde el pasado día 25 Tarantino ha organizado unas proyecciones especiales, llamadas roadshows, en las que ha tratado de recuperar la esencia de ir al cine. «Es una versión diferente, tiene más metraje y conlleva un ritual de proyección muy concreto. El roadshow tenía una introducción musical, un preludio, un entreacto, un intermedio y la segunda parte de la película. Era habitual en películas como West Side Story, Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago. Ese tratamiento lo tenían películas muy épicas», explica Nacho Cerdà, responsable de la sala Phenomena de Barcelona, única que exhibirá este formato en España.
Las proyecciones del formato roadshow en Estados Unidos han estado rodeadas de cierta polémica. A los pocos días de haberse puesto en marcha, aparecieron en Twitter quejas de usuarios en pases diferentes en los que se daba cuenta de errores durante la proyección. Variety enumeró problemas con el enfoque, la ausencia de sonido o la falta de sincronía entre la imagen y la banda sonora.
Either projection is screwed up, or Hateful Eight is now a silent movie in Act II.
— Michael Schwartz (@mikemovie) December 26, 2015
Los problemas de la proyección están directamente relacionados con una forma de mostrar el cine que ha caído en desuso. La llegada del formato digital ha empujado poco a poco a las salas a deshacerse de los antiguos proyectores que funcionaban con celuloide. La retirada de estas máquinas ha tenido también una consecuencia directa sobre el personal que trabaja en la cabina. Con los años, se reduce el número de proyeccionistas que conocen los mecanismos para proyectar una película a la antigua usanza.
«La figura del cabinista se parece a la de un mecánico —explica Pérez—. Los proyectores tienen muchas piezas, engranajes y el mantenimiento es como el de un coche. Tienes que cambiar piezas porque si no lo haces cada cierto tiempo, no funcionan como deben. Manejar un negativo de 70mm es muy delicado, se trara de una máquina bastante precisa».
No sólo existe un problema de falta de formación de los responsables de proyectar la película sino que también se necesita una infraestructura de la que carecen la enorme mayoría de salas de cine de España, que no tienen capacidad para tratar un material tan delicado. «La máquina es totalmente diferente. La superficie expuesta tiene siete centímetros de ancho, compáralo con un celuloide normal. Por eso es más delicado, va al aire, pasa por engranajes», argumenta el gerente de los cines Ideal.
Una sala en España
En España sólo existe una sala que, por el momento, vaya a proyectar Los Odiosos Ocho en el formato original utilizado por Tarantino. Esa sala es Phenomena, un lugar que se ha convertido en un clásico moderno a pesar de contar con poco más de un año de vida. En Phenomena se pueden ver estrenos y cine clásico, una etiqueta que abarca desde Casablanca hasta Depredador.
«Es la reinterpretación de algo que ya existía —explicaba Nacho Cerdá, en una entrevista al portal ‘El Séptimo Arte’—. Es la resurrección de lo que en su momento se denominó como ‘el cine de barrio’. Quería recuperar dos cosas: Las películas que forman parte de nuestra cultura cinematográfica y cinéfila y hacer todo esto en un entorno más adecuado y más parecido al de la sala de cine ‘de antes’. Quería dar un punto de espectacularidad al ritual social, al encuentro con otros espectadores… a toda esa actividad que se montaba alrededor de una sala de cine y que ahora, desgraciadamente, creo que se ha ido perdiendo».
El responsable de Phenomena no es capaz de cuantificar el coste de equipar la sala con un proyector de 70mm aunque el recinto cuenta con una desde el principio. «Fue una apuesta personal —admite en declaraciones a Teknautas—. El coste del proyector depende del tipo. El de 70mm venía con el sonido parejo, que era magnético y ya no se produce. Las copias hoy se hacen en dts y la película no lleva banda sonora, sólo un código de tiempo sincrónico a un CD-Rom, el famoso dts, que va en un disco que se produce en un procesador diferente en cabina y que funciona con impulsos del código de tiempo. El dts 70mm tiene un aparato que lee diferente al de 35 porque la anchura es diferente. Ese lector no es habitual encontrarlo».
Tarantino no ha sido el único director que ha vuelto a los 70mm. Christopher Nolan también grabó Insterstellar en formato panorámico y Paul Thomas Anderson hizo lo mismo en 2012 con The Master. «Tarantino no concibe otra cosa que no sea rodar en celuloide. También cree en ir al cine como un acontecimiento y cree que puede recuperar esa idea con el hecho de rodar en 70mm», opina Roberto Morato, crítico de cine de la revista Imágenes de Actualidad.
«Puedo garantizar que habrá copias en 70mm en diferentes lugares del planeta para esa gente a la que le importa. Si hacemos una buena película y ofrecemos una experiencia visual deslumbrante, lograremos que el público recuerde el formato», opina el cineasta que se enfrenta con Los Odiosos Ocho a su octavo estreno comercial.
«Ofrece intimidad en los planos cortos —explicaba el director en una entrevista concedida a Collider—, y nunca he rodado planos cortos tan bonitos como los de esta película. También necesitaba subir la tensión un punto en cada escena para evitar que la cinta fuera aburrida y me di cuenta de que el formato coloca al espectador en el escenario. Estás ahí. Estás entre esos personajes. La relación que tienes con ellos es mucho más íntima».
La intención de Tarantino es proyectar el roadshow de Los Odiosos Ocho en «unos cien cines de Estados Unidos». ¿Está entrenado el ojo humano para notar la diferencia con una proyección digital? «La diferencia entre 70 mm y digital se nota. En 35mm se ve mejor que digital durante la primera semana. Pero el formato digital sigue mejorando año a año», argumenta Pérez. Pese a la diferencia, cree que el cambio no es tan palpable porque, si lo fuera, no habría significado la desaparición del formato panorámico: «Si el espectador medio lo diferenciara, se habría planteado mantenerlo».
«Hay una diferencia estética y formal entre el uso de la fotografía digital y los 70mm —opina Morato—. Más estética que formal. Sí que se nota a nivel visual y se nota a nivel de proyección. No se trata sólo del sabor añejo sino de reivindicar la fotografía de las películas rodadas en celuloide». Una fotografía que tiene nombre y apellidos: Ultra Panavision.