En el blog Halón Disparado han hecho una importante comparación de Avatar y todas las posibles fuentes de las que bebe.
El autor vió avatar el 4 de enero, y estas son sus impresiones (copio textualmente):
«… Debo confesarles que estoy hecho un lío: no sé si me ha gustado o no… Por una parte debo reconocer que el espectáculo en 3D me pareció una gozada y no se hizo para nada pesado. Por otra, me embarga la sensación de que la historia ya me la han contado antes y no tiene bastante “chicha” para llenar 160 minutos de película.
En cualquier caso, el ir con las expectativas por los suelos hace más sencillo disfrutar de algo que —impacto visual aparte— parece estar un poco hueco. Pero vamos a destripar un poco el film —si no lo han visto pueden seguir leyendo o ver el trailer: se van a enterar de todo igualmente— a ver dónde llegamos.
Como les he comentado, la sensación de déjà vu es total. No hay nada nuevo en la historia. El protagonista es un soldado en silla de ruedas —Nacido el 4 de julio— que es reclutado para manejar un cuerpo —Matrix, Paz interminable— híbrido de ADN humano y de los nativos de Pandora. En este planeta hay un mineral que vale un pastón, y también unos indígenas que viven en comunión con la naturaleza —Empotrados, La selva esmeralda— y que no van a moverse de encima de los yacimientos —Dune—. Asi que mandan al prota a infiltrarse entre los nativos, pero este, tras un duro aprendizaje, se acaba convirtiendo en uno de ellos —Un hombre llamado caballo— y simpatizando con su causa —Bailando con lobos—. Se lía con la chica-gato que le ha enseñado a ser un guerrero —¿Haru en el reino de los gatos?— y se cambia de bando —Mi hermosa lavandería—. Los militares pierden la paciencia y deciden cepillarse el árbol madre de los nativos que está sobre el yacimiento —World Trade Center— con armamento bastante desfasado —Aliens, ¡coño, Cameron!—. El prota y sus colegas se reúnen con los indios nativos y los organizan para luchar —La misión—. Los malvados imperialistas se percatan de ello y lanzan un ataque preventivo sobre el corazón del territorio de los gatitos —¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú— que se pintan la cara de azul —Braveheart— y se aprestan a la lucha. Los buenos ganan, el chico se queda con la chica aunque sus colegas mueran casi todos, y comieron perdices —Ponga aquí el título que le parezca—.
Cosas que molan: ecología, aventuras, biología alienígena, batallas, efectos, naves de combate, mechas. Cosas que no molan: tecnología derrotada por flechas, mechas (¡con machetes!) derrotados por flechas, hembras alienígenas con tetas (en número de dos), espiritualidad a saco, los buenos ganan.»
Aunque la mayoría coincide, se ha olvidado lo mejor: la comparación con PocaHontas.