Publicado el viernes 27 marzo 2009
Cuando se habla de la autoría de una película, expresión que se fojó durante la revolucionaria época de la Nouvelle Vague, se hace referencia al trabajo del director. En un arte con tal cantidad de gente interviniendo en la consecución de una obra, en muchas ocasiones es injusto atribuir el mérito total o casi completo a una sola persona. En otras, como es el caso de Stanley Kubrick, el uso de la palabra autor está plenamente justificado.
Kubrick era perfeccionista hasta rayar la locura. Controlaba todo lo concerniente a la creación y posterior distribución de sus películas, desde cosas lógicas como la luz, hasta obsesivas como las voces que las doblaban a otros idiomas (muchos de los cuales ni entendía). Repasando anécdotas del rodaje de El Resplandor descubriremos que, si bien te pueden gustar o no sus películas, es innegable que llevan el inconfundible sello de su director.
Podeis leer más en Citizen Mac Guffin (Párrafos extraídos de esta misma página).
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